La propuesta se centra sobre la idea de producir un espacio urbano de carácter dual, capaz de conciliar distintas formas arquitectónicas, condiciones de uso, e incluso de maneras de vivir a la ciudad. Para ello el proyecto genera dos condiciones espaciales contrapuestas: uno, eminentemente abierto, de carácter flexible, modulado por los elementos que lo definen y capaz de integrarse al centro comercial como alternativa de uso público; y el otro, de carácter cubierto, representado por el antiguo edificio de Villanueva el cual, de ser preservado, debe ser dotado de un uso simbólico y refaccionado en su expresión formal.

Del edificio de Villanueva cabe decir que, quizás, su mayor valor es la fosa creado por el mismo y que ha permanecido en el sitio por más de 40 años, como expresión de la condición hiper-topográfica que tiene la ciudad. Esto tanto así, que merece ser preservada por el espacio urbano contenido que ofrece, por la vegetación que presenta y que le ha impreso una cierta trascendencia ambiental e incluso, por las relaciones que el mismo pueda establecer con la contigua estación del metro.

Esta condición dual se complementa con una lógica funcional que le confiere al primer espacio: la plaza, el sentido de espacio de tránsito, de entrada y salida a los estacionamientos, concebidos como un elemento de articulación de los distintos usos que lo bordean. Por su parte el segundo congrega una serie de funciones eminentemente públicas, que permiten alimentarse de la plaza, los estacionamientos, el metro y los usos mixtos que lo bordean. Este a su vez se compone a partir del aprovechamiento de su posición céntrica para imprimirle un sentido a la fosa como un espacio de encuentro del museo dedicado a la ciudad y en honor a Villanueva, un centro de convenciones capaz de vincularse con todos los usos contiguos, áreas comerciales que lo circundan y le otorgan actividad, y un terminal de transferencia de transporte que permite a los autobuses vincularse con el metro y eventualmente la futura estación de trenes.

Todo ello a partir de un sistema de espacios públicos generados entorno a la ruina del antiguo edificio de Villanueva, la cual define un espacio jardín como expansión del museo, un espacio cubierto para el centro de convenciones, y un espacio vegetal que a modo de anfiteatro conecta los distintos niveles del sistema urbano. La plaza resulta entonces de la combinación de los múltiples eventos además de la definición espacial del vacío en el conjunto. Su vez se caracteriza por su condición porosa, vegetal, flexible, y capaz de convertirse en un espacio representativo de la nueva urbanidad de Caracas.